En qué debes fijarte al elegir un SSD para tu ordenador portátil

Sustituir el disco HDD de tu portátil por un SSD aporta numerosas ventajas, consigue que el portátil arranque más rápido y que todo funcione mucho más fluido. Te contamos en qué debes fijarte al elegir un SSD para tu ordenador portátil.
Cambiar el viejo HDD de tu portátil por una unidad SSD es una de las mejores formas de darle una nueva vida a tu antiguo portátil. Sin embargo, esta actualización supone un cambio de tecnología que puede lugar a algunas dudas.
¿Mi portátil es compatible con un SSD? ¿Qué tipo de SSD es mejor para un portátil? Te resolvemos todas esas dudas y te damos las claves para que sepas en qué debes fijarte al elegir un SSD para tu ordenador portátil.
A pesar de las dudas que puedan surgirte, sustituir el HDD de tu portátil por un SSD no tiene más que ventajas: su capacidad de respuesta mejora, el tiempo de arranque se reduce y la fluidez del sistema operativo es más que evidente desde el primer minuto de uso.
Índice de contenidos
- Con el SSD toca ajustar la capacidad
- SSD de 2,5” frente al SSD M.2
- El SSD con formato M.2 no solo cambia el factor de forma
Con el SSD toca ajustar la capacidad
Aparte de la diferencia de precio entre los HDD y los SSD, la cual se ha ido reduciendo considerablemente durante los últimos años, uno de los primeros aspectos que debes tener en cuenta es el espacio de almacenamiento que necesitas.
Las unidades SSD ya han conseguido igualar las capacidades de almacenamiento de los HDD que habitualmente montaban los portátiles, que oscilaban entre los 500 GB y 1 TB. Sin embargo, para que la horquilla de precios no se dispare, te conviene mantenerte en una capacidad de SSD de entre 250 GB y 512 GB.
En las tiendas de electrónica suelen aparecer buenas ofertas para unidades SSD de ese rango de capacidades, pero las que cuentan con mayor capacidad suelen ser más caras y no se prodigan con demasiadas ofertas. Por lo tanto, toca ajustar la capacidad para el almacenamiento SSD del portátil.
No nos malinterpretes, 250 GB es una capacidad más que respetable para llevar en un portátil y no tendrás que hacer juegos malabares para trabajar con soltura.

Para conocer qué capacidad de almacenamiento SSD necesitas, observa cuanto espacio ocupan tus archivos en tu actual HDD y, sobre todo, pregúntate si realmente necesitas todo el espacio que tienes ocupado o son archivos que perfectamente podrías tener guardados en un disco externo para acceder a ellos solo cuando los necesites.
Como norma general, la instalación de Windows 10 ocupa entre 25 GB y 30 GB, por lo que en un SSD de 250 Gb te quedarían unos 200 GB para tus archivos después de haber instalado todos tus programas y aplicaciones.
SSD de 2,5” frente al SSD M.2
Una vez decidida la capacidad de almacenamiento que deberá tener el nuevo SSD es momento de abordar el segundo aspecto importante: su formato.
El almacenamiento SSD se basa en chips de memoria, por lo que estos chips pueden disponerse en diferentes factores de forma. El más habitual mantiene el aspecto de los discos de 2,5” que acostumbran a montar los portátiles, así como el mismo sistema de conexión.
El sistema de conexión del almacenamiento es uno de los factores que debes tener en cuenta al elegir un SSD para tu ordenador portátil.
Si tu portátil ya tiene unos años, es más que probable que su placa base solo soporte unidades SSD con conector SATA, que es exactamente el mismo que utilizan los discos HDD tradicionales. Este conector consiste en un cable de datos unido a un cable de alimentación que provee de electricidad a la unidad.

En cambio, si tu portátil es más reciente, es posible que además de tener un conector SATA, también sea compatible con el formato de SSD M.2. De hecho, si es un ultrabook, es posible que solo sea compatible con almacenamiento SSD con este formato.
Tanto la forma de los discos SSD M.2, como su sistema de conexión son totalmente distintos a los conectores SATA que actualmente estás usando para conectar el viejo HDD de tu portátil.
Por un lado, las unidades SSD con formato M.2 son más parecidas a un módulo de memoria RAM que a un disco tradicional. Las unidades SSD con formato M.2 son considerablemente más pequeñas que los SSD de 2,5” a pesar de que, a nivel interno, pueden funcionar exactamente igual y obtener el mismo rendimiento.

Las unidades SSD con formato M.2 utilizan un conector muy parecido al PCIe de las placas base o las memorias RAM, pero considerablemente más pequeño.
En uno de los extremos de la unidad SSD se encuentran los conectores, que se insertan en el conector M.2 de la placa base del portátil, y este se fija en paralelo a la misma con un pequeño tornillo que lo sujeta desde el extremo contrario al conector.
¿Cómo saber si tu portátil es compatible con uno u otro conector? Es tan sencillo como mirar la hoja de especificaciones del portátil y fijarse en si indica que admite unidades de almacenamiento SSD M.2, o por el contrario solo conexiones SATA.
El SSD con formato M.2 no solo cambia el factor de forma
Si tu portátil cuenta con soporte para unidades SSD con factor de forma M.2, todavía te queda resolver un detalle decisivo en el que debes fijarte al elegir un SSD para tu ordenador portátil: ¿qué protocolo de transmisión utiliza?
Vale, que no cunda el pánico. En realidad, es bastante más sencillo de lo que parece y las diferencias entre los protocolos de transmisión (también conocido como interfaz de transmisión) definen la velocidad a la el SSD será capaz de leer y escribir los datos en el SSD y, por tanto, son muy importantes para el rendimiento de la unidad SSD.
Ya te hemos contado lo que es el sistema de conexión SATA, pero es que además de un sistema de conexión física al SSD, también es el nombre del protocolo de transmisión que utilizan los discos HDD. Es decir, es la forma en la que leen, escriben y transmiten los datos.
La interfaz de transmisión SATA (Serial Advanced Technology Attachment) solo permite lecturas de datos en serie y a una velocidad máxima de 600 MB/s. Es decir, primero lee un dato y lo envía, luego lee otro dato y lo envía, etc., con esa limitación de velocidad a la hora de transmitirlo.

El problema es que la tecnología SSD es capaz de trabajar mucho más rápido y de forma más eficiente, por lo que la interfaz SATA se queda pequeña para el potencial de los SSD. Es entonces cuando irrumpe el protocolo NVMe o Non-Volatile Memory express o PCIe.
Esta nueva interfaz de transmisión NVMe PCIe, a diferencia de SATA, permite leer los datos de forma paralela en hasta 64.000 líneas diferentes, y enviarlas de forma simultánea a velocidades superiores a los 2.000 MB/s. Como puedes imaginar esto supone un considerable aumento en el rendimiento del SSD.

Lo bueno de esto, es que existen unidades SSD con formato M.2 que utilizan la interfaz SATA, y otras que usan la interfaz NVMe o PCIe. Las unidades SSD M.2 SATA y M2. NVMe solo se diferencian externamente por un pequeño detalle: las muescas en el conector. Mientras que las unidades SSD M.2 NVMe solo tienen una muesca en su conector, las unidades M.2 SATA tienen dos muescas.
Como decimos, salvo por este pequeño detalle físico en el conector, el aspecto de las unidades son idénticos, pero a nivel interno su funcionamiento es completamente diferente. Por ese motivo, antes de comprar una unidad SSD con formato M.2, debes averiguar si la placa base de tu portátil soporta el protocolo NVMe PCIe o M.2 SATA.
Descubre más sobre Rubén Andrés, autor/a de este artículo.
Conoce cómo trabajamos en Computerhoy.