Soy usuario de Mac desde la primera generación del Mac mini, lanzado en 2005. Era un ordenador compacto, con todo lo necesario para trabajar con MacOS y que me introdujo en el ecosistema de Apple del que, por ahora, soy incapaz de salir al 100%. Con ese ordenador llegó el uso del día a día de Windows y del PC tradicional, la torre con componentes que puedes actualizar.

Han pasado ya 18 años, pero mi peripecia con los ordenadores de sobremesa no terminó hasta hace una década, momento en el que monté mi último ordenador comprando individualmente todos los componentes.

Desde entonces siempre he usado ordenadores de Apple y ocasionalmente, por trabajo, portátiles PC con Windows, pero de forma esporádica.

Este ordenador es lo más simple que te puedes imaginar. Una torre negra sin cristal templado porque, sinceramente, odio los efectos RGB, un procesador Intel Core i5 de 4ª generación, 8 GB de memoria RAM, una SSD de 240 GB para archivos y una tarjeta gráfica que ya he perdido el rastro y soy incapaz de recordar el modelo.

En 2016 hice la última actualización a este ordenador, cambiando su gráfica por una Nvidia GTX 1050 Ti de 4 GB de memoria VRAM y que todavía a día de hoy me sorprende lo que es capaz de hacer esta pequeña gráfica. Además, he duplicado la RAM con dos unidades de RAM para conseguir 16 GB, el máximo de esta placa base.

Es ahora, a finales de 2023, cuando he aprovechado a actualizar mi PC de sobremesa a componentes que califico como "más que suficiente para la próxima década".

No solo he actualizado este ordenador, he aprovechado para pasarme a AMD porque el precio y rendimiento me parecen más que suficiente para mi uso. Ahora cuento con un PC de sobremesa con un AMD Ryzen 7 5800, una placa base con Wi-Fi 6 y Bluetooth integrado y una gráfica de Radeon 6750 XT.

Sí, he mantenido la unidad SSD porque para Windows es más que suficiente, además he agregado un disco duro de 1 TB que tenía en un cajón para los juegos y archivos más grandes. Próximamente actualizaré a un SSD M.2 más rápida y de mayor capacidad.

Montar un PC es fácil, lo difícil es saber qué hacer cuando algo falla

Debo reconocer que eso de que "el que tuvo retuvo" es totalmente cierto. No he tenido problema alguno en montar todos los nuevos componentes. La placa base, el procesador, el nuevo ventilador y disipador, la gráfica, la nueva RAM… Es muy sencillo montar un PC si te pasaste desde los 15 a los 25 montando y desmontando tu ordenador.

El problema con montar tu propio PC es la desesperación que pasas cuando algo falla. Y es que es inevitable, algo fallará al montar tu PC.

Mi primer problema estaba en la placa base. Algo fallaba. Monté el procesador, puse la pasta térmica, monté el disipador y ventilador, la RAM, conecté todos los cables de la caja y la fuente de alimentación… Pulso el botón de encendido y… no pasa nada.

La primera en la frente. ¿He enchufado el cable de corriente? ¿El botón de la fuente de alimentación está encendido? ¿He puesto bien todos los cables? Sorprendentemente, incluso para mí, todo estaba correcto. Pero por si acaso, tras un cambio de cable de electricidad, de quitar y volver a poner todos esos pequeños cables de las conexiones y botones frontales de nuevo a la placa base, seguía sin encender.

La fuente de alimentación funciona. Los botones de la caja también. La energía llega a la fuente de alimentación, pero no enciende.

¿Ha probado a reiniciar? ¿Y a desmontar varias veces todos los componentes hasta que el destornillador y usted sea uno?

Aquí es cuando todo se complicó con el montaje de este ordenador. Para hacerme la vida más fácil (ingenuo de mí) decido desmontar todo el ordenador después de una hora montándolo todo. Y es que intentar cambiar cables en una caja con tan poco espacio, es totalmente impráctico.

Lección número uno aprendida: nunca montes tu placa base sin probarla antes con el procesador y la RAM puesta.

Saca la placa base, la pones encima de su caja y montas el procesador, el disipador y ventilador y la RAM. Después conectas la fuente de alimentación y al menos el cable del botón de encendido para, efectivamente Sherlock, encender el ordenador.

Tras comprobar –posiblemente 10 veces– que había puesto en los pines correctos del botón de encendido, porque no quería creerme que estaba perdiendo toda una tarde, simplemente por equivocarme al poner un cable, comprobé con mi vieja placa base que todo funcionaba correctamente con la fuente de alimentación.

Todo funcionaba en el PC antiguo, por lo tanto, ya sé que hay un problema en uno de estos componentes: placa base o procesador.

Lección número dos aprendida: jamás tengas prisa en montar un PC, porque si tienes algún problema se va a demorar días.

La solución más simple a mis problemas era la de cambiar la placa base porque tiene la mayor probabilidad de ser el fallo. Efectivamente, tras cambiarla por otra placa base, volver a instalar todo de nuevo, esta vez sí, probando que todo funciona paso a paso para evitar tener que desmontarlo todo.

La alegría de montar tu propio PC

Porque tengo experiencia en el mundo del hardware y porque me dedico al mundo de la tecnología, los problemas a los que me enfrenté al actualizar este ordenador de sobremesa fueron más un golpe a mi ego geek que un problema real. Tengo otro equipo para trabajar, así que no tenía problema en que un reemplazo tardase 3 o 4 días en llegar.

Pero si hay algo que me ha enseñado esta operación de actualizar mi PC es tener un gran respeto por los profesionales de las tiendas de informática que tienen que enfrentarse a este tipo de problemas de personas con menos conocimientos técnicos. Además, me ha enseñado que con la informática, sobre todo con el mundo del PC, todavía estamos a años luz del famoso Plug & Play, el conectar y listo.

Aquí es cuando te das cuenta de que algo de razón tiene Apple en cerrar por completo su hardware en sus ordenadores, si te quitas del medio que los usuarios metan mano e intenten actualizar sus equipos, te ahorras un montón de problemas de posventa.

Eso sí, la satisfacción de montar tu propio ordenador desde cero (o desde 0,5 en mi caso) es tan grande que no puedo evitar mirar con cierto desprecio ese portátil cuya memoria RAM y SSD están soldadas, imposibles de actualizar por una decisión de ahorro de costes y de una obsolescencia programada.

La buena noticia es que ahora puedo jugar a GTA V con gráficos a máxima calidad en 1440p y por fin voy a poder disfrutar de Cyberpunk 2077, también, a máxima calidad.