A día de hoy se puede decir que ya casi todo el mundo cuenta con uno de estos relojes en su muñeca. Da igual la marca que sea o el dinero que te hayas gastado, los smartwatches y smartbands triunfan.

Como no podía ser de otra forma, desde hace ya bastantes años cuento con una smartband de Xiaomi que cambié para hacerme con la Xiaomi smartband 7 pro debido a las grandes características que tiene y ese aspecto ya algo más profesional. Hasta aquí todo correcto y lo cierto es que no me puedo quejar en lo que a calidad y precio se refiere.

El problema, por así decirlo, fue cuando quise dar definitivamente el paso y hacerme con un reloj inteligente o smartwatch, invirtiendo algo más de dinero en lo que esperaba que fuese ya la versión definitiva.

Como fiel fanática de Samsung, compré hace ya casi un año el Samsung Galaxy Watch 6 y la verdad es que no puedo quejarme, a excepción de uno de los mayores hándicaps que podría tener este tipo de dispositivos: la batería.

La batería ha sido la gota que ha colmado el vaso para pasarme de nuevo a mi smartband

Tras configurarlo e investigar el reloj inteligente, tiene absolutamente todo lo que buscaba. Vendido como el smartwatch más completo de la marca, cuenta con una pantalla super AMOLED, Wear OS4 y la posibilidad de instalar aplicaciones tan famosas como WhatsApp o Gmail —aparte de todo lo que ya te puedes imaginar—.

Sin embargo, y pese a que se promociona con una batería que puede durar varios días, pocas veces he conseguido que aguante 24 horas. 

Es cierto que le doy un uso intensivo, pero claro, todo lo intensivo que puedes darle a un smartwatch, ya que no lo uso para chatear, pero sí, por ejemplo, para ver los mensajes que me llegan o revisar el correo. Nada que no hiciese —con respecto a los mensajes— en mi smartband.

Por supuesto, a la hora de practicar algún deporte, activo la sesión concreta y la verdad es que poco más. Con todo esto, ni un día me duraba y cada noche me tocaba cargar el reloj. Sí, estamos acostumbrados a hacer lo mismo con nuestro móvil u ordenador, pero no es comparable por una cuestión de uso. Aun así, la batería de mi smartphone dura más de un día.

La única, aunque pequeña solución, que encontré fue seguir algunos consejos y desactivar el WiFi y activar el modo de ahorro de batería con un brillo de pantalla mínimo—tengamos en cuenta que no uso el modo de pantalla siempre encendida o el de levantar la muñeca para encender—. 

Con todo esto, es cierto que pasaba de las 24 horas, pero no me quedaba batería suficiente como para coger el reloj, ponérmelo e ir a hacer deporte o darme una vuelta.

Decidí dar el cambio y volver a la pulsera inteligente

Si mi idea de usarlo es para realmente sacarle el máximo partido y que no sienta que con cada minuto que pasa baja un 1% la batería —porque realmente he comprobado que es así—, cargué de nuevo la smartband de Xiaomi para realmente sentirme cómoda. 

Su batería me ha llegado a durar hasta una semana y aunque, es cierto que poco tienen que ver, ¿de qué me sirve el smartwatch si ni siquiera voy a poder usarlo a pleno rendimiento?

Aún sigo utilizándolo para casos específicos en los que quiero llevar simplemente un reloj porque lo cierto es que me encanta, pero si lo que busco es darle uso, que para eso están, me quedo con esta segunda opción. Puede ser la marca o seguramente hay opiniones encontradas, pero hay smartwatches con duración de batería más extensa, así que quizá en esta ocasión he fallado con la elección.