El auge del teletrabajo ha presentado oportunidades sin precedentes para el campo laboral. El ingeniero de redes, Joseph, ha convertido este paradigma en una ventaja competitiva, llevándose a casa unos impresionantes 315.000 euros anuales trabajando en tres empleos remotos a tiempo completo. Ya ha pagado su hipoteca.

Pongámonos en situación: en el despacho de Joseph —nombre ficticio— tres pantallas brillan con videoconferencias, correos y proyectos. Aquí, el ingeniero se desempeña con maestría. Este texano de 48 años ha desafiado la norma laboral y ha creado un esquema de teletrabajo que, para muchos, sería abrumador.

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Los inicios de su actividad de pluriempleo se remontan a 2020. Con un salario de 117.500 euros, Joseph se encontró con una oferta de teletrabajo en TI por 120.000 dólares. Convencido por un amigo, decidió intentar manejar ambas responsabilidades. ¿La razón? En sus propias palabras, su carga inicial era baja y si no salía bien siempre podía dejar uno de los puestos.

Más bien, al contrario, lo que sucedió, es que añadió un tercer empleo a su carga laboral, otra vez por un atractivo salario de 120.000 euros anuales. Aquí es donde entra en juego el arte de equilibrar. Si bien el inicio fue arduo, con el tiempo, Joseph ajustó su carga de trabajo a unas 40 horas semanales entre los tres empleos. Así como lo lees, tres empleos en el tiempo de uno.

Es una práctica legal en Estados Unidos, aunque también causa de despido

Pero como todo esquema innovador, no está exento de retos, partiendo de que es algo legal en Estados Unidos, también puede ser causa despido dependiendo del contrato, así las cosas mientras no sea descubierto, y haga su trabajo, puede mantener sus empleos.

Es por esto que Joseph, manteniendo su identidad en el anonimato por temor a repercusiones, admite sentirse "algo agotado", por tener que cuadrar los tres empleos, sin embargo, 40 horas semanas, son 40 horas semanales, como en el resto, en teoría, de empleos.

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Algunos podrían cuestionar la ética o productividad detrás de este enfoque, él encuentra justificación en varios pilares: ofrecer a sus hijos un futuro libre de deudas, mantener una seguridad laboral en tiempos económicos inciertos y ser capaz de hacer lo que le demandan. Su realidad es, que antes, tenía horas muertas que ya no existen.

Lo que Joseph nos muestra es que, en la era digital, los límites tradicionales del trabajo se están redefiniendo, también que estar en un sitio no siempre es estar produciendo. Ahora, la pregunta es, ¿cuántos estarán dispuestos a seguir su camino?