Flipper Zero, conocido como el Tamagotchi para hackers, ha añadido una nueva hazaña a su repertorio: controlar juguetes sexuales. Este dispositivo, que ya había demostrado su habilidad para interactuar con sistemas como iPhone, Android e incluso cartuchos de Game Boy, ahora se aventura en un terreno más íntimo y personal.

El Flipper Zero, que irrumpió en el mercado en 2022, se ha ganado un lugar destacado en el mundo de la ciberseguridad y el hacking ético. Su capacidad para manipular una variedad de tecnologías, desde RFID y NFC hasta señales infrarrojas, lo ha convertido en una herramienta multifuncional para exploradores tecnológicos, pero nadie esperaba esto: ahora también controla juguetes sexuales.

La investigación de Matteo Mandolini y Luca Bongiornis ha llevado a Flipper Zero a un nuevo nivel de interacción con la tecnología cotidiana. Su trabajo se centró en la aplicación Love Spouse, que controla juguetes sexuales a través de Bluetooth Low Energy (BLE). 

Los investigadores descubrieron que, mediante Flipper Zero, podían interceptar y manipular las señales destinadas a estos dispositivos. Esta capacidad de controlar de forma remota el inicio y la detención de la vibración se consigue siguiendo un proceso simple.

Se trata de interceptar los comandos de inicio y parada de la vibración de los juguetes para adultos gestionados por la primera aplicación Love Spouse y después crear una aplicación personalizada para Flipper Zero.

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El descubrimiento destaca la versatilidad y el potencial creativo del Flipper Zero, que cada vez tiene más aplicaciones. Aunque en la práctica es fácilmente contrarrestable.

Flipper Zero también puede leer cartuchos de Nintendo

Más allá de su incursión en el ámbito íntimo, el Flipper Zero también ha ampliado su alcance al mundo de los videojuegos, mostrando así su flexibilidad. Con desarrollos como MALVEKE, que permite interactuar con cartuchos de Game Boy, este dispositivo no deja de sorprender con sus capacidades.

Flipper Zero se ha convertido en una herramienta que, si bien es un catalizador para la innovación y la curiosidad tecnológica, también es un recordatorio de que la seguridad y la privacidad deben ser una prioridad en la era de la conectividad.