El cerebro es uno de los órganos más importantes de tu cuerpo, ya que es responsable de todo, desde tus pensamientos y sentimientos hasta tus movimientos y acciones. Es capaz de hacer cosas extraordinarias, puesto que puede aprender, recordar y crear. 

Puede recordar eventos de tu vida, incluso los que ocurrieron hace mucho tiempo. También tiene la habilidad de originar nuevas ideas y solucionar problemas. Sin embargo, a veces tu mente olvida detalles clave o comete errores que pueden tener consecuencias. 

Por ejemplo, puede olvidar una cita importante o perder algo valioso. De igual manera, tomar una decisión equivocada que te lleve a problemas o incluso cometer un error que te ponga en peligro. 

Es probable que tu cerebro no se dé cuenta de las cosas esenciales que hay en tu entorno, por lo que al final puede dar como resultado a "parpadeos cerebrales", los cuales pueden ser frustrantes e incluso peligrosos. 

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No debes ignorar estos fallos como simples descuidos o atribuirlos al estrés, la realidad es que es inevitable y afecta a tu pensamiento.

Si quieres mejorar tu capacidad mental, no te rindas cuando tu cerebro te juega una mala pasada. Hay formas de entrenar y potenciar tu mente para evitar estos errores. Aquí tienes seis consejos que te pueden ayudar.

Toma atajos mentales

La heurística de disponibilidad es un tipo de atajo mental que ayuda a estimar la probabilidad de un evento basándose en la facilidad con la que recuerdas ejemplos. Puede ser útil cuando tengas que tomar decisiones rápidas y no posees mucha información.

Pero también puede llevarte a cometer errores, ya que la memoria puede estar sesgada por factores como la recencia, la frecuencia o la saliencia. Por eso, cuando uses un atajo mental, debes ser consciente de sus limitaciones y contrastar tu intuición con otras fuentes de información antes de decidir.

Reconoce tus sesgos

Un sesgo cognitivo es una distorsión en el modo de procesar la información que puede afectar a tu razonamiento. Existen muchos sesgos cognitivos diferentes, y es importante conocer los más frecuentes.

Para evitar caer en estos errores de pensamiento, debes ser crítico y reflexivo. Cuando detectes un sesgo en acción, intenta corregirlo con evidencia y argumentos. Algunos ejemplos son:

• Efecto halo: cuando la impresión general que tienes de una persona influye en cómo valoras sus características específicas. Por ejemplo, si alguien no te cae bien, tiendes a pensar que es inteligente, honesto y simpático.
• La confirmación: cuando buscas o interpretas la información de forma que confirme tus creencias previas. Por ejemplo, si crees que los gatos son malos, solo prestas atención a las noticias negativas sobre ellos.
• El anclaje: cuando te dejas influir por la primera información que recibes, aunque sea irrelevante o poco fiable. Por ejemplo, si vemos un producto rebajado de 100 a 50 euros, crees que es una buena oferta, sin tener en cuenta su valor real.
• El sesgo de grupo: cuando estás de acuerdo con las opiniones o actitudes de un determinado evento, aunque sean erróneas o injustas. Por ejemplo, si tu equipo de fútbol favorito pierde, culpas al árbitro o al rival, en lugar de reconocer sus méritos.

No te culpes por todo

A veces, las cosas no te salen como esperas y te sientes frustrado o culpable. Sin embargo, no siempre puedes controlar los resultados de tus acciones, ya que hay muchos factores que influyen en ellos. 

En lugar de buscar un culpable, lo mejor es que analices las causas reales de lo que ocurrió. Así podrás aprender de la experiencia y evitar repetir los mismos errores en el futuro.

Sé consciente de tu entorno

Un fenómeno que puede afectar tu percepción de la realidad es la ceguera al cambio. Esto ocurre cuando no te das cuenta de los cambios importantes que suceden a tu alrededor. Puede provocar que cometas errores o que pierdas oportunidades.

Para evitar la ceguera al cambio, es fundamental que seas observador y atento. Cuando te enfrentes a una situación nueva o a un entorno que cambia, debes fijarte en los detalles y en las diferencias. Así podrás adaptarte mejor y aprovechar los cambios.

No confíes demasiado en tu memoria

Tu memoria es frágil y propensa a errores. A menudo, pierdes información relevante o incluso inventas recuerdos que nunca ocurrieron.

Para evitar estos problemas, te conviene utilizar estrategias que fortalezcan tu memoria. Algunas de estas estrategias son: escribir lo que quieres recordar, programar alarmas o avisos, o compartir lo que necesitas recordar con otra persona.

No te dejes engañar por patrones

La paraeidolia es un fenómeno psicológico que te hace reconocer formas o imágenes conocidas en objetos o estímulos aleatorios. Es una manifestación de la tendencia de tu cerebro a buscar sentido y orden en el caos. 

A veces, esto te lleva a ver caras en las nubes, animales en las manchas de tinta o mensajes ocultos en las canciones. Estas ilusiones pueden ser divertidas o curiosas, pero también pueden afectar a tu forma de interpretar la realidad.

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Para evitar caer en la trampa de la paraeidolia, es importante que seas crítico y analices las evidencias. 

No siempre lo que parece es lo que es. Antes de sacar conclusiones precipitadas, debes preguntarte si hay otras posibles explicaciones para lo que ves o escuchas.