Investigando nuevos métodos para aumentar la productividad o mejorar mi enfoque en el trabajo o en el día a día, como ya he hecho en otras ocasiones, encontré en Internet uno muy en concreto que afirman que tiene más de 100 años de antigüedad y que se conoce como método de Ivy Lee. 

Aunque fácil de aprender, se destaca por su capacidad para obligarte a tomar decisiones rápidamente. La clave radica en priorizar y eliminar distracciones antes de que te desvíes de las prioridades. 

La simplicidad del método no solo facilita su aplicación, sino que también se adentra en lo cansado que a veces es tomar decisiones al minimizar la necesidad de decidir constantemente en qué trabajar después.

Teniendo en cuenta que ya llevo varios días probándolo, la verdad y, adelantándome un poco a mi opinión final, ha sido un verdadero punto de inflexión, encontrando una mayor productividad y eficacia que sea 100% resal en mi vida diaria. 

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Así es como nació este exitoso método: más de 100 años de antigüedad

Yendo un poco a sus orígenes, la historia de este método se entrelaza con la vida de Ivy Lee y Charles Schwab, uno de los hombres más ricos del mundo en 1918 y presidente de Bethlehem Steel Corporation. La invitación de Schwab a Lee para aumentar la productividad de su equipo marcó el inicio de la aplicación de este método.

• "Dame 15 minutos con cada uno de tus ejecutivos", dijo Lee.
• "¿Cuánto me costará?", preguntó Schwab.
• "Nada", dijo. “A menos que funcione. Después de tres meses, puedes enviarme un cheque, por lo que creas que vale para ti”.

Y así fue, durante 15 minutos con cada ejecutivo, Ivy Lee explicó su enfoque simple pero muy potente. "Al final de cada día laboral, escribe las seis cosas más importantes que debes lograr mañana. No anotes más de seis tareas. Prioriza esos seis elementos en orden de su verdadera importancia", comenta.

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"Cuando llegues mañana, concéntrate solo en la primera tarea. Trabaja hasta terminar la primera tarea antes de pasar a la segunda. Acércate al resto de tu lista de la misma manera. Al final del día, mueva los elementos sin terminar a una nueva lista de seis tareas para el día siguiente. Repita este proceso todos los días laborables", añade.

La estrategia parecía sencilla, pero Schwab y su equipo ejecutivo en Bethlehem Steel la intentaron. El compromiso de Schwab con este método se tradujo en resultados tan positivos que, al cabo de tres meses, le extendió a Lee un cheque por 25.000 dólares, que, para aquellos años, la verdad es que es como si hoy ese cheque es de casi a medio millón de dólares.

Poniendo en marcha durante una semana este método de 1918

Comentar que, en mi caso, parto con "cierta" ventaja, ya que este método es algo que yo he estado haciendo de forma autónoma pero al comienzo de cada día en lugar de hacerlo la noche anterior.

El proceso inicial es engañosamente simple, comenzando con nada más que un trozo de papel o cualquier nota —e incluso tu móvil sirve—. Yo, en concreto, sí que suelo usar un trozo de papel que ya los tengo organizados en pequeños paquetes que uso y tiro de forma diaria.

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En primer lugar, tal y como antes se ha explicado, debes crear una lista selectiva enumerando seis tareas cruciales que deben realizarse al día siguiente y que deben estar finalizadas cuando acabe el día. La priorización es clave en este método, y cada tarea se enumera en orden de importancia. 

Por ejemplo, en mi caso, establecí en un papel las siguientes tareas para el día de después—comentar que pese a que algunas siempre se mantienen, otras cambian en función de lo que tengas pendiente por hacer—. Te pongo el caso de un lunes que, para mí, es de los días más estresantes al tener que organizarme la semana:

• Cobertura de actualidad.
• Contactos para entrevistas de la semana.
• Hacer la comida.
• Organización de la casa.
• Realizar tareas "secundarias" del trabajo.
• Lectura.

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Como te digo, esto varía en función del día de la semana y, por ejemplo, esta semana sí que he colocado en esta lista algunas "prioridades" menos formales como salir a dar una vuelta o incluso disfrutar de algún juego o película. Para mí eso es algo que también valoro y necesito en mi vida diaria, por lo que tenía que incluir en la lista.

Partiendo de ese lunes ya controlado desde la noche anterior, el día comienza resolviendo la lista en orden, trabajando en cada tarea de manera completa antes de pasar a la siguiente. 

Comentar que el método indica que hagas una marca de verificación al completar una tarea y la verdad es que al hacerlo sientes que es una pequeña pero poderosa dosis de dopamina, asociando el logro con una sensación positiva. 

Eso sí, si por cualquier razón al final del día no completas determinadas tareas, estas deberán apsar al día siguiente. En mi caso es cierto que hubo uno en concreto en el que me escaqueé de una tarea laboral que tenía destinada en quinta posición, así que, al día siguiente, no me quedó más remedio que descartar esa pequeña salida o película/juego para terminarla.

Es importante, ahora viéndolo con perspectiva, que escojas tareas que sepas que puedes finalizar ese mismo día porque lo mismo que ocurre de forma positiva cuando tachas, sucede en negativo cuando pasar una al día siguiente.

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Esta es mi opinión tras probar durante una semana el método Ivy Lee

A modo de resumen, el método Ivy Lee es un recordatorio de que, a menudo, las soluciones más simples son las más efectivas. Al centrarse en lo esencial y tomar decisiones claras, este método puede marcar la diferencia en la forma en que resuelves tus responsabilidades diarias.

Eso sí, hay un pequeño matiz que quizá no me permiten darle un 10 a este método. La principal crítica a sistemas de productividad como este es que son demasiado básicos y no tienen en cuenta todas las complejidades y matices de la vida. ¿Qué pasa si surge una emergencia? ¿Y si te encuentras mal y tienes que dejar algunas tareas para el día siguiente? 

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En mi caso comentar que esto no me sucedió, al final es solo una semana. Pero ya te aseguro que si hubiese estado un mes, encima coincidiendo con mi cumpleaños, habría tenido que posponer tareas, y ya te digo que a nivel psicológico sienta bastante mal. Es como un castigo que te impones mentalmente y al final tienes una muy mala sensación.

Por otro lado, me resulta algo curioso que se establezcan seis tareas, ¿de dónde nace ese seis? Podrían ser fácilmente cinco por día. Sin embargo, creo que hay algo mágico en imponerse límites a uno mismo, así que, si a ti te apetece, puedes aumentarla o reducirla a tu gusto siempre y cuando sepas que tienes tiempo para llevarlo todo a cabo.

Por ejemplo, puedes aumentarla y establecer pequeños objetivos como "hacer x noticias", "desayunar", "limpiar x estancia de mi casa", "leer x páginas de un libro". Esto seguramente resulta hasta más reconfortante que solo estableciendo seis tareas al día.

Al final, me repito siempre, pero con este tipo de métodos lo principal es siempre quedarse con la esencia y aquello que busca, que, en este caso, es aumentar la productividad y mejorar tu organización. Si esto lo consigues de forma diaria, creo que estarías haciendo el método Ivy Lee a la perfección.