La tecnología ha permitido que la calidad de vida tras la industrialización sea mayor, con avances realmente sorprendentes en ámbitos como el de la medicina, uno de los sectores que más se han beneficiado de su progreso.

Pero también tienen varias aristas negativas que influyen en los usuarios, como el uso compulsivo de las redes sociales o el aislamiento social provocado mayormente en adolescentes y niños por el uso indebido de Internet como medio.

Con el paso del tiempo, la psiquiatría y la psicología han realizado varios estudios sobre los efectos nocivos de la tecnología en el campo de la salud mental, con nuevos conceptos como la tecnofobia, el tecnoestrés y otros síntomas a los que siempre acompaña el prefijo -tecno.

Desafortunadamente, muchas personas no pueden acceder a servicios especializados en salud mental y pueden sufrir las consecuencias de vivir completamente en el mundo digital.

No, tus aplicaciones de salud mental no van a resolver tus problemas

Por ejemplo, asociado al ámbito laboral aparece el tecnoestrés, un concepto que se ha estudiado más a raíz de la implementación del teletrabajo durante la pandemia y que tiene mayor prevalencia entre las personas mayores.

Con él, se relaciona la tecnofobia, que el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST) define como "una mala adaptación para tratar con las nuevas tecnologías de manera saludable". Pero, de nuevo, aún queda mucho por investigar –y por hacer–.

Tecnofobia: de la frustración y el malestar a la ansiedad

Tanto el tecnoestrés –más relacionado con el trabajo– y la tecnofobia son conceptos sobre los que se ha teorizado poco, aunque sean temas que se acentúan tras 40 años desde su planteamiento inicial.

Antes de nada, cabe destacar que no todos los casos son iguales y que cada sintomatología de la tecnofobia puede ser un mundo diferente, además de que no en todos los casos la tecnofobia genera un malestar profundo –y tiene solución, por supuesto–.

En este sentido, la tipología patológica relacionada es la causada por la ansiedad derivada de la tecnofobia; las demás, podrían catalogarse como comunes.

Según ha explicado a Computer Hoy María Morales Ojeda, psicóloga sanitaria, neuropsicóloga y directora del Centro de Psicología Psyforis en Madrid, ella empezaría estableciendo 2 grandes divisiones en cuanto al tecnoestrés.

En primer lugar, niños y adolescentes se enfrentan a un mundo en el que ya nacen con mucha tecnología alrededor y la han "normalizado". Según la experta, esto indebidamente puede ocasionar consecuencias a largo plazo como la introversión o dificultades en las relaciones con otras personas.

En consecuencia, los jóvenes adultos podrían "generar dependencia y provocar ese estrés, afectándoles en su día a día".

En segundo lugar, aparecen las personas mayores, que han vivido una etapa en la que todo se hacía a mano. De esta forma, cuestiones tan básicas como conseguir un recibo del banco pueden ser tareas hercúleas que derivarían en malestar y frustración.

"Ellos no tienen una guía en la que puedan basarse para hacer todas estas cosas y, al final, creo que les limita mucho en el día a día", asegura la experta. "Cada vez se supone que nos están dando más facilidades, pero a ellos se las están quitando".

Como ocurre con cualquier capacidad aprendida a lo largo de la vida, las personas mayores se enfrentan a un sentimiento de inferioridad, provocado por la falta de recursos formativos para este colectivo.

"Las personas mayores se sienten por debajo; llevan toda la vida utilizando todo de una manera, sintiéndose válidos, útiles... Como este cambio es tan brusco, sentirán que no tienen control de nada. Esto tiene que generar muchísima frustración y malestar", reflexiona Morales.

Dicho esto, el cuidado de las personas mayores es una labor esencial de todas las sociedades. Pero, ¿quién tiene el deber de ayudarles a adoptar las nuevas tecnologías y no caer en la tecnofobia?

Qué hacer si la tecnofobia provoca ansiedad

Según el último informe de la Confederación de Salud Mental de España, las personas mayores en España se enfrentan a 2 realidades adversas: la medicalización de la salud mental y, en los casos más graves, la falta de recursos.

Durante la pandemia, además, la soledad de los mayores se incrementó y, en muchos casos, estos no podían hacer frente a problemas como duelos mal elaborados, depresión por aislamiento, soledad o miedo, entre otros.

En el mismo estudio, se pone de relieve el gran problema al que se enfrenta el conjunto de la sociedad española: la falta de recursos para este campo y, en consecuencia, la saturación de la atención primaria.

Precisamente, como indican los datos del siguiente gráfico, la depresión es el trastorno más común entre las personas mayores de 65 años. Y la tecnofobia podría tener parte de culpa, aunque existen diferentes puntos de mejora, según Morales.

"Nos están dando algo tan accesible que nos estamos acostumbrando a vivir de manera muy automática y muy rápida; cualquier cosa que nos cueste 3 segundos más, la descartamos", destaca.

Sin embargo, no cree que dejar a un lado la tecnología sea la solución, ya que solo aislaría más a este colectivo. Así, en caso de padecer ansiedad generada por la tecnofobia, podría plantearse una mejor organización de las actividades.

Volviendo al ejemplo del banco, enseñando tareas simples como consultar los recibos del banco, o acceder a herramientas tecnológicas que permitan ser una vía de escape, como plataformas para ver series o películas.

"Que lo vayan asociando a sensaciones positivas y, así, poder ir rebajando el malestar causado por esa ansiedad", recomienda.

Esto podría hacerse, por ejemplo, desde los mismos colegios hasta la formación de padres y madres en el colegio o cursos para los más mayores. Sobre todo, herramientas educativas a nivel preventivo, un punto clave para evitar –o minimizar– problemas futuribles.

Morales considera que el sector tecnológico, a nivel económico, ha funcionado tan bien que estas discusiones parecen estar al margen de las compañías tecnológicas. Para ella, las empresas no tienen por qué hablar sobre esto.

"Tendrían que ser otras personas las que se tuvieran que encargar", comenta, y añade una reflexión: "Nos están dando algo tan accesible que nos estamos acostumbrando a vivir de manera muy automática y muy rápida; cualquier cosa que nos cueste 3 segundos más, la descartamos".