Como ya todo el mundo ha podido comprobar, la tecnología forma parte de las vidas de todos, desde que te despiertas hasta que te acuestas. Ya sea usar el móvil para consultar las redes sociales, poner en tu tablet tu serie favorita de Netflix o coger el Kindle para continuar con tu lectura, la tecnología nos rodea por todos lados de forma casi inevitable.

Teniendo esto en cuenta, ¿es posible desconectarse de la tecnología sin perderse nada o sentirte realmente fuera de lo que marca el siglo XXI? Para responder a esta pregunta, me propuse pasar una semana sin tecnología. Nada de móvil, redes sociales, ni siquiera la televisión. Solo libros, música y por qué no, algo de deporte.

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Matizar, antes de nada que he dejado, como es lógico, todo lo que implica mi trabajo y su relación, la tecnología, aparte. Trabajo con el ordenador, reviso mi correo en el móvil e incluso me comunico con mis compañeros a través de aplicaciones.

Sin embargo, me he dado cuenta de mi consumo excesivo en ocasiones de apps como Instagram, TikTok y YouTube de forma diaria. Con todo esto, la idea ha sido dejar de lado todas estas y otras tantas aplicaciones aparte y reducir mi consumo de móvil y ordenador a lo mínimo indispensable.

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En mi caso, comentar que las mañanas, al ser destinadas por completo al trabajo, resulta relativamente sencillo alejarse de aplicaciones como WhatsApp u otras que simplemente sirven para distraer. No puedo negar que esta semana me he sentido algo aislada, precisamente al quitar WhatsApp lo máximo posible de mi vida.

No he podido hacer una desconexión total, ya que toda la comunicación se realiza a través de esta app y sí, me apetecía salir el fin de semana u organizar un partido de pádel con mis amigos. Lo mismo ocurre con mi familia, con la cual me he comunicado, aunque he tenido la justa y necesaria conversación.

Aparte de esto, el problema venía por las tardes. Como fanática de los pódcast, me encanta disfrutar de ellos en Spotify o incluso YouTube, por lo que prescindir de eso se hizo bastante aburrido. Lo mismo ocurre con el Kindle porque sí, lo he considerado —y es considerado— tecnología, por lo que se ha quedado aparte.

He de confesar que ha sido un alivio saber que el libro que me estaba leyendo también lo tengo en físico, aunque me costó bastante encontrar dónde me había quedado.

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Una de mis grandes ventajas es que no soy una gran jugadora. Ni uso la PS5 con frecuencia ni el ordenador para videojuegos, por lo que esa parte de entretenimiento estaba descartada sin problemas. Lo mismo me ocurre con la televisión, simplemente no la veo.

El gran problema viene con las películas y, sobre todo, series. No podía usar Netflix, ni Prime Video para ver Operación Triunfo —sí, soy muy fan del programa desde pequeña— o incluso HBO Max para continuar con Succession. Aquí la verdad es que sí que se me ha hecho muy cuesta arriba y, en cierta parte, confieso que este "reto" se puede cumplir si tienes una fecha tope a corto plazo para poner fin a todo.

¿Cómo ha sido esta semana haciendo el famoso detox tecnológico?

Es cierto que durante esta semana me he dado cuenta de que destinaba quizá demasiado tiempo a las pantallas para disfrute propio con cosas absurdas, pero no puedo tampoco afirmar que sea una adicta a la tecnología, simplemente he visto que esta está integrada en nuestra vida cotidiana sin apenas darnos cuenta.

Siento que ver una película en Netflix, disfrutar después de un día de trabajo de tu programa favorito o de tu serie preferida o incluso usar tu Kindle para un rato de lectura por la noche, no, no es algo negativo y que se deba de descartar por completo para ese detox digital que tanto buscan muchas personas.

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Quizá todo esto está envuelto en una burbuja viral que muchos creadores de contenido o personas llevan a cabo porque, como me ha pasado a mí, sabemos que es cuestión de días y que después todo vuelven a la normalidad.

Muchos de ellos afirman tras este periodo sentirse más "limpios" o con mejor energía o sensaciones. Yo solo siento que tengo capítulos atrasados, que muchas tardes he terminado aburrida porque no, no me apetece estar leyendo cada tarde tres o cuatro horas y que a veces simplemente me hubiese gustado contarle a determinada persona cómo me ha ido el día por WhatsApp.

La idea es alcanzar un punto intermedio porque no, no todo es malo si se habla de tecnología

Mi conclusión es, como siempre repito, el punto medio. Lógicamente, desinstalé TikTok y quién sabe si volveré a instalarlo —no por el momento–, ya que me he dado cuenta de que tampoco soy de esas personas que pierden todo su día viendo cosas absurdas que le hacen perder el tiempo en vez de investirlo en algo positivo.

Por ejemplo, sin ir más lejos, estoy en medio de un curso de inteligencia artificial y, como era de esperar, lo he dejado a un lado esta semana —solo he usado el ordenador para trabajar—.

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Pero, tampoco puedo negar que esta semana me ha servido muy en positivo para saber que mi uso de la tecnología a veces era bastante absurdo sí, pero que la mayor parte del tiempo la estoy usando para cosas realmente interesantes y, en mi opinión, útiles: leer, ver series, hacer un curso, hablar con tu familia... ¿Qué hay de malo en todo esto?

Al final, como he dicho al principio, sí, la tecnología forma parte de nuestra vida y resulta ya casi imposible separarse de ella si realmente lo que quieres es estar conectado con el mundo. Si todos nos quitásemos del medio móviles y ordenadores, todo perfecto, pero si eres solo tú, la vida ya resulta demasiado extraña y alejada de la tierra.

No cabe duda de que te sirve para identificar las aplicaciones tecnológicas que pueden ser perjudiciales y que nos generan adicción o nos distraen de las cosas importantes de la vida, como los juegos, redes sociales o contenido basura, pero gran parte de la tecnología que usamos hoy en día es positiva para nuestra vida y desarrollo como personas que viene en este planeta.