Las líneas rojas de la Inteligencia Artificial: ¿Qué hace a los humanos verdaderamente únicos?

"La tendencia creciente de la habilidad de la IA para interactuar y entender a los humanos mejorará hasta un punto en el que futuras generaciones no serán capaces de establecer la diferencia".
La relación entre los seres humanos y la inteligencia artificial y esa línea que podría desdibujarse es un tema de gran discusión entre científicos, filósofos y visionarios desde hace bastantes años. A medida que la IA avanza a pasos agigantados, parece más importante que nunca explorar y entender los límites de esta tecnología.
Uno de los aspectos más llamativos precisamente es la identificación de rasgos humanos que, por su naturaleza única, ¿son inalcanzables para la IA?. Desde la generación espontánea hasta la ética y la capacidad de experimentar remordimientos y problemas emocionales, estos son los atributos que, hasta ahora, definen lo exclusivamente humano.
Con ayuda de un experto, en este artículo se indagará en esos aparentes, y a primera vista, rasgos exclusivos de los humanos que resultan imposibles de alcanzar para la inteligencia artificial: ¿Conseguirá la IA en un futuro ser casi idéntica a la raza humana? ¿Es el ser humano realmente único e inimitable?
"Los seres humanos tenemos cosas tan necesarias como el sentido del humor, para superar casi cualquier contexto adverso o, por qué no, para confirmar nuestros éxitos. Pero sobre todo la capacidad que nunca se podrá programar es la de amar. El amor es la forma más pura de humanidad y por lo tanto la más compleja", explica en una entrevista para Computer Hoy José Antonio Alguacil, CEO de Ilusion Labs.
Generación espontánea: un acto de creación único
Esta es la gran capacidad de los seres humanos para crear algo completamente nuevo, sin una base preexistente, a menudo impulsados por la creatividad, la inspiración o la necesidad. Esto puede verse en la invención de una nueva forma de arte, la resolución de problemas complejos en la ciencia y la tecnología o acuérdate de la famosa invención del fuego.
Sin embargo, la IA, incluso en su forma más avanzada, no puede replicar la generación espontánea en su sentido más puro. Aunque los algoritmos pueden analizar grandes cantidades de datos y generar soluciones basadas en patrones previos, carecen de la chispa creativa que impulsa a los humanos a crear algo verdaderamente nuevo.
"Los humanos, al igual que la IA, tenemos la capacidad de aprender, pero la naturaleza y el mecanismo de ese aprendizaje son fundamentalmente diferentes. La IA es una herramienta con la capacidad de aprendizaje especializado y rápido, mientras que nosotros tenemos una profundidad, adaptabilidad y flexibilidad únicas en la capacidad de aprender y adaptarse al cambio", añade el experto.

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Ética: el juicio y la responsabilidad moral
Uno de los pilares fundamentales de la sociedad humana es la ética. La capacidad de discernir entre lo correcto y lo incorrecto, y de actuar en consecuencia, es una característica única de los humanos. A pesar de los avances en la programación ética de la IA, esta sigue siendo una de las áreas más problemáticas.
Si bien es posible diseñar algoritmos que sigan reglas éticas predefinidas, la IA carece de la profunda comprensión de la moralidad que los humanos adquieren a través de la educación, la cultura y la reflexión personal. Además, la ética implica responsabilidad y juicio, cualidades que la IA no posee en el sentido humano.
Intención: el alma de las acciones humanas
Los humanos actúan con intención, con un propósito detrás de sus acciones, ya sea para lograr un objetivo, expresar emociones o comunicar ideas.
Esta intención puede ser tan sutil como una sonrisa o tan compleja como la creación de una obra de arte. Por otro lado, la IA no sonríe porque se siente feliz, ni crea obras de arte porque busca expresarse. Sus acciones están limitadas por su programación y sus datos.
"Ser capaces de juzgar y tomar decisiones en base a ello sería otro claro ejemplo. Con todo lo anterior se formula una red de contactos con otras personas que se traduce en la capacidad de colaboración y todo esto es gracias a las habilidades interpersonales y de negociación. Forjar relaciones, resolver conflictos y negociar acuerdos complejos dependen de la empatía o la comprensión del contexto social", comenta Jose Antonio Alguacil.

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Remordimientos y problemas psicológicos: la carga de la conciencia humana
Los seres humanos son propensos a una amplia variedad de estados emocionales y psicológicos, desde la alegría hasta la tristeza, la empatía hasta la ansiedad. Estas son parte integral de la condición humana y a menudo dan forma a las acciones y relaciones.
La inteligencia artificial, en cambio, no experimenta emociones ni sufre problemas psicológicos. Carece de la capacidad de sentir remordimientos o angustias, lo que puede ser un aspecto positivo desde una perspectiva de rendimiento, pero también demuestra su distancia de la esencia humana.
"Los humanos podemos crear ideas y conceptos y originales, mientras que la IA se basa en datos y patrones previos. Los seres humanos aprendemos en casi cualquier contexto ya que no solo lo hacemos mediante tareas específicas. Nuestro aprendizaje es flexible y cargado de significado y por lo tanto la información adquirida por cada individuo es única y filtrada por sus emociones y contexto, justo lo que nos lleva a empatizar y transmitir información a través de las emociones interpersonales, mientras que, al menos de momento, la IA se entrena para tareas específicas", finzaliza el CEO de Ilusion Labs.
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Descubre más sobre Carolina González Valenzuela, autor/a de este artículo.
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