Para la mayoría de la gente, enamorarse y tener una relación romántica con alguien tiende a ser algo hermoso y gratificante en muchos sentidos. No obstante, y como suele suceder en estos casos, también existe justo todo lo inverso: la filofobia. 

Puede que en algún caso hayas dado con alguien así, o que incluso lo hayas sentido tú mismo: se trata de una fobia que puede llevarte a intentar huir de cualquier iniciativa amorosa, e incluso provocar diferentes tipos de síntomas. Exactamente igual que si padeces miedo a las alturas, los insectos o el agua. 

¿Qué es exactamente la filofobia? 

Es importante, tal y como señalan numerosos expertos, no confundir la filofobia con no querer tener una relación, por la razón que sea. Hay ocasiones en la vida en la que puedes plantearte no querer nada serie con nadie, bien sea porque acabas de salir de una ruptura, quieres libertad para ti mismo o lo que sea. 

Las fobias, en cambio, no se eligen, simplemente se sufren. Y muchas veces requieren de ayuda profesional para superarlas. 

Las personas filofóbicas, por lo tanto, son aquellas para quienes mantener una relación supone una pesadilla. Su tendencia es escapar de ellas, ya que de lo contrario pueden sentir que surgen muchos problemas, no solo mentales sino incluso físicos. 

En la mayoría de los casos, la filofobia puede originarse a consecuencia de un trauma. Es decir, por haber padecido una relación tóxica, una separación traumática o una gran traición. Aunque es importante matizar que no se trata de estar triste o ser más desconfiado, algo bastante común, sino de un auténtico pavor, una patología.

En muchos casos, como acostumbra a pasar con tantos otros traumas, la filofobia se desarrolla durante la infancia, o a consecuencia de ella. De hecho, algunas personas que la tienen nunca llegan a tener una primera relación como tal. 

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Una niñez en la que se ha sufrido falta de cariño, por ejemplo, puede ser lo que la provoca. Es común que se dé en quienes han sido abandonados o rechazados de alguna forma.

Además, el mundo moderno y la sociedad actual también generan que cada vez existan más casos de filofobia entre la gente. Los perfiles inalcanzables que muchas veces se dibujan en redes sociales, la incapacidad de comprometerse, el egoísmo o la dificultad (económica o emocional) de construir una vida adulta pueden poner sus granitos de arena. 

¿Cuáles son los síntomas de la filofobia y cómo debe tratarse?

La filofobia o miedo al amor, como se conoce comúnmente, suele presentar diferentes síntomas. El más evidente es el esfuerzo por no aproximarse a nada que pueda terminar en una relación: huir de situaciones románticas, de gente potencialmente afín o incluso de sitios, como discotecas o fiestas, donde es más fácil tratar con otros. 

Pero también hay otros muchos síntomas físicos, que además son comunes con otras fobias: aumento de la frecuencia cardiaca, problemas respiratorios o una elevación de la presión arterial. Pensar en el amor puede ser para los filofóbicos muy parecido a quedarse encerrado en un ascensor para un claustrofóbico o al temor de contraer una enfermedad para un hipocondriaco. 

En los casos más severos, también la fobia puede ir acompañada por episodios de sudoración excesiva, vómitos, nauseas o dolor estomacal en general. 

El tratamiento para la filofobia también es parecido al de cualquier otra fobia: intentar llevar una vida tranquila, cuidar la salud, respirar profundamente y, sobre todo, intentar llegar a las fuentes del problema, al origen del miedo, para aprender a superarlo. En muchos casos, es necesaria la ayuda de un profesional para hacerlo. 

En cualquier caso, la foilofobia es un problema real, más presente dentro de la sociedad de lo que muchas veces se piensa. Y que no solo afecta a quien lo sufre, sino también en muchas ocasiones a quienes están a su alrededor. Por mucho que digan que el amor lo cura todo, a veces este también puede ser el motivo de la enfermedad, como hemos visto.