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¿Por qué nos encanta estallar los plásticos de burbujas?

plástico de burbujas

¿Nunca te has preguntado por qué a prácticamente todos nos atrae de manera casi inconsciente el hecho de explotar las bolitas de aire del plástico de burbujas? Hoy vamos a intentar comprenderlo.

Salvo las personas que por alguna razón no les gusta tocar o escuchar el ruido que genera el estallido de las bolas de aire, del plástico de burbujas, el resto de seres humanos somos conscientes de que al tener cerca de nosotros este tipo de sistema para envolver objetos delicados, no vamos a poder reprimirnos.

Si un plástico de burbujas está cerca, seguro que lo cogeremos y comenzaremos a estallarlas. Algunos se conformarán con unas pocas y otros sentirán la necesidad de que no quede ni una con aire, pero todos caeremos en la tentación.

Es algo sumamente adictivo, a la par que satisfactorio, lo cual nos hace imposible resistirnos a cada delicioso estallido.

Es evidente que algo debe tener en común para todas las personas, puesto que es un apto que realiza a la inmensa mayoría y que tienen efectos similares, pero, ¿qué hace que reventar el plástico de burbujas sea tan gratificante?

Nuestro cerebro es el “culpable”

Plástico de burbujas

La respuesta puede acercarse a la placentera sensación de tener entretenido a nuestro cerebro y a una parte motriz de nuestro cuerpo como son las manos.

Ocurre un poco lo mismo cuando alguien se sale a correr o andar, pero se lleva música para escuchar o se va con amigos. En ese caso el recorrido se hace más placentero e incluso más liviano que si lo único que hiciéramos fuera correr o andar. De esta manera nuestro cerebro también va entretenido.

Además, estos dos casos tiene también otra cosa en común, porque no hace falta pensar para ejecutar la tarea motriz. Es decir, para estallar burbujas, podemos estar pensando en otra cosa y se ejecuta de manera automática, al igual que cuando salimos a andar con música.

Perro dormido

Con las burbujas tenemos las manos, dedos y cerebro entretenidos de manera sencilla y sin complicaciones.

Kathleen M. Dillon, profesora emérita de psicología en el Western New England College, publicó un estudio en la revista Psychological Reports a principios de la década de los 90 investigando todo esto.

Dillon cita en su investigación, un tomo de 1970 que trata de los poderes calmantes del tacto con dos frases que pueden ser esclarecedoras: 

  • En la antigua Grecia era costumbre, y sigue siendo en gran parte de Asia, el llevar una piedra de superficie lisa, ámbar o jade, la cual denominaban pieza de la preocupación. Esta servía para producir un efecto calmante al cuerpo, por su contacto con la piel”.
  • Mantener las manos ocupadas con pequeños proyectos como la costura se considera relajante y sugiere que atacar una hoja de plástico de burbujas podría funcionar de la misma manera”.

En la investigación de Dillon, se demostró que los estudiantes universitarios que pudieron reventar varias hojas de plástico de burbujas se sintieron más tranquilos y despiertos después de terminar de realizar tal acción. Los niveles de calma y alerta de estos individuos era bastante mayor que del resto del grupo que no había experimentado la sensación de explotar las burbujas de aire.

Al final, esta profesora de psicología y su estudio concluyeron, basándose también en teorías de Robert E. Thayer (psicólogo que estudió los estados de ánimo), que este interés por el plástico de burbujas viene dado como una respuesta natural al estrés.

Nuestro cerebro tiene claro que ejecutar esta acción supone calma y sosiego, lo que significa que en el momento en el que identifica algo que nos puede servir para lograr este estado, automáticamente manda señales inequívocas para que podamos utilizarlo y servirnos de ello.

Mantener las manos ocupadas

Haciendo ganchillo

Al final todo tiene que ver con el hecho de conseguir una acción que nos mantenga sin estrés, pero pudiendo a la vez conseguir motricidad con nuestras manos.

Seguro que has oído a muchas personas afirmar aquello de que necesitan “mantener las manos ocupadas”. Esto es algo que instintivamente buscamos, siempre y cuando no requiera un esfuerzo y nos permita esa relajación que nuestro cerebro quiere como alivio.

Por eso no solo el plástico de burbujas tiene tanto éxito, sino que hay otras acciones como los cubos antiestrés, el ganchillo, los libros para colorear, etc. que también son muy válidos.

El movimiento simple y repetitivo, acompañado por “la recompensa final” del estallido de la burbuja, es una forma de tener nuestras manos realizando una tarea, de relajarnos y, al mismo tiempo, obtener una minicelebración al conseguir nuestro objetivo.

Bicicleta

Por eso este tipo de plásticos atraen a mucha gente, ya que en los otros casos en los que también tenemos la misma sensación de antiestrés y ocupación, requerimos de un cierto aprendizaje o no recibimos la recompensa.

El ganchillo necesita saber realizarlo, los cubos antiestrés no hay ninguna recompensa clara o a la hora de colorear, nos exige elegir los colores. Sin embargo, las burbujas, solo es apretar y esperar a que exploten, nada más.

Esa sencillez hace que no solo los adultos se sientan atraídos por estas burbujas, sino que los más jóvenes, una vez que lo han experimentado, también tengan esa misma necesidad.

La verdad es que la explicación científica a este fenómeno de las burbujas de aire es del todo plausible y tiene todo el sentido del mundo. ¿Crees que es acertado? Cuéntanoslos en nuestras redes sociales.

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Etiquetas: Curiosidades