Con la llegada del invierno, el deseo de calentar rápidamente nuestras casas se convierte en una prioridad. Sin embargo, un error común podría estar afectando tanto a nuestros bolsillos como a la eficiencia de nuestros sistemas de calefacción. Se trata del mal uso del termostato, un pequeño dispositivo, pero crucial en la gestión del calor hogareño.

El termostato, ese aparato muchas veces ignorado, tiene una función específica: controlar la duración del funcionamiento de la calefacción, no la intensidad del calor producido. No por subir mucho la temperatura del termostato de la calefacción, la casa se calentará más rápido. 

A pesar de esto, es usual que las personas, en su afán de obtener calor rápido, suban la temperatura del termostato a niveles innecesariamente altos. Esta práctica puede conducir a un ambiente sobrecalentado y a un gasto energético excesivo.

Es frecuente olvidar que hemos puesto esa temperatura hasta que el exceso de calor nos los recuerda. Y no, nunca en ningún caso nos llevará antes la temperatura en la que estés cómodo y confortable.

Con este sencillo cambio he conseguido que los radiadores de la calefacción calienten más ahorrando en la factura

Muy al contrario, aumentando de más la temperatura del termostato, lo único que se consigue es que el sistema funcione durante más tiempo para alcanzar esa temperatura tan alta, no que los radiadores calienten más para lograr que la casa entre en calor más rápido.

Es como mantener pisado el acelerador de un coche en una marcha baja, el motor trabaja mucho más, pero el vehículo no avanza más rápido. Además, esto somete al sistema de calefacción a un esfuerzo continuado que podría desencadenar averías y disminuir su vida útil.

Pero, ¿qué hacer si la casa no alcanza la temperatura deseada rápidamente? La solución no está en forzar el termostato, sino en entender y mantener correctamente el sistema de calefacción. Un sistema bien mantenido y adecuadamente dimensionado debe ser capaz de calentar el hogar eficientemente sin necesidad de recurrir a extremos.

Trucos para mantener tu casa caliente 

Es esencial también tener en cuenta la configuración y el aislamiento de la vivienda. Por ejemplo, un termostato programable puede ajustar la temperatura de manera óptima según los horarios habituales de los residentes, evitando así el desperdicio de energía.

Es clave asegurarte de que las ventanas y puertas estén bien selladas. Pequeñas grietas o espacios pueden dejar escapar el calor. Utilizar burletes o cintas aislantes puede ser una solución sencilla y económica.

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También puedes optimizar la circulación del aire. Evitar bloquear radiadores o salidas de aire con muebles o cortinas. Una buena circulación del aire ayuda a distribuir el calor de manera más uniforme y eficiente en el espacio.

O hacer un uso estratégico de cortinas y persianas. Abrir las cortinas durante el día para dejar entrar la luz solar y cerrarlas por la noche para retener el calor.

Para finalizar, y no menos importante, usar una vestimenta apropiada también puede ayudar. Utilizar ropa de abrigo dentro de casa puede permitir ajustar el termostato a una temperatura más baja, ahorrando energía y dinero.

Con estos trucos para calentar el hogar, no solo se logra un ambiente confortable, sino que también se contribuye a la eficiencia energética y a la economía del hogar. Cuando llega el frío, un uso inteligente de nuestra calefacción puede marcar la diferencia en nuestra experiencia de confort en casa y en nuestras facturas de energía.